Para reflexionar… Trabajo remoto y sus riesgos en tiempos de COVID
Los llamados “tiempos modernos”, y sin hacer referencia a aquella magistral película de Charles Chaplin, han llevado al ser humano a ser cada vez más dependiente de todo aquello que es ajeno a su propia condición “humana”.
A pesar de que la pandemia del COVID-19 y sus variantes transformaron la manera de vivir, trabajar, relacionarse, el ser humano se mantiene en un esfuerzo, plausible, de encontrar espacios y momentos de calidad. En algunos casos buscando recuperarlos mientras que en otros ha sido una nueva ruta de descubrimiento.
El tratar de encontrar el balance perfecto entre trabajar desde casa o en cualquier lugar fuera de una oficina convencional ha descargado mayor responsabilidad sobre los dispositivos móviles y su potencial para “resolver” la vida por medio de un inmenso número de aplicaciones entre las cuales siguen siendo las de mensajería, entretenimiento, y operaciones financieras por internet las más populares.
En todo caso, en un entorno laboral caracterizado por profesionales trabajando remotamente con un teléfono inteligente en las manos (en una mayoría de los casos) y al menos un dispositivo adicional (laptop o tableta) en el portafolios o bolso, el riesgo permanente de extravío o daño persiste como siempre lo ha sido. El descuido de colocar o reenviar el mensaje equivocado a un destinatario errado es poco en algunos casos en comparación con las consecuencias de descuidos de otro tipo como el de dejar olvidada la herramienta de trabajo en algún lugar que ni recordamos.
Las empresas, en un esfuerzo lógico por optimizar recursos, han delegado también, de manera quizás hasta irresponsable, el valor de manejar información corporativa, sensible, y confidencial en los celulares, tabletas, y laptops personales de los empleados.
Como en toda situación, laboral o personal del día a día, los riesgos siempre están presentes y con una dada probabilidad de ocurrencia estadísticamente hablando. Lo máximo que podemos hacer es utilizar el sentido común para (1) minimizar la probabilidad de ocurrencia y (2) minimizar el impacto en caso de que ocurra el evento.
En el caso de dispositivos móviles, el sentido común lleva a protegerlos físicamente ante caídas, alejarlos de sitios donde pudieran dañarse, tratar de mantenerlos cerca de nosotros, guardados, etc. Sin embargo, cualquier descuido puede llevarnos a la ocurrencia del evento no deseado y para el cual se debe estar preparado minimizando las consecuencias e impacto.
El dispositivo móvil (celular, tableta, laptop) en manos ajenas es la puerta franca y abierta a la vida personal y laboral de cualquier persona. No hace falta mencionar los estragos de las tantas historias de cuentas de mensajería WhatsApp hackeadas y las plataformas de fraude que ya operan de manera sistemática. El uso de redes sociales, aunado a una vaga educación del usuario en relación a los riesgos que asume, termina exponiendo a millones de equipos, personas, y corporaciones pues cada brecha de exposición es oportunidad.
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